Algo en mí me decía que
no podía perderme ese concierto. Vega. Madrid. Sala Joy Eslava. 5
de Octubre. Fin de gira. Resonaba muy dentro de mí una voz que
decía... “Si tienes que ir sola, vas, pero no te lo puedes
perder”. Al final tuve suerte, convencí a mi chico para que me
acompañara, y mi mejor amigo también se apuntó al carro. Compré
las tres entradas, una de ellas con el Vinilo/Single de “¿Donde
estabas tú?” y la segunda versión de “La Habitación”, una
edición limitada que no podía quedarse sin integrar en mi
colección.
A medida que se acercaba
la fecha sentía nervios. Tenía tantas ganas de verla y, además,
iba a ser un espectáculo repleto de sorpresas. ¿Cuáles serían? Mi
cabeza elucubraba todo tipo de hipótesis, pero nada comparable a lo
que realmente fue.
Ese sábado, cogí un
autobús desde Bilbao a las 7 de la mañana y a las 17, ya estaba
haciendo cola para entrar. Siendo sincera, yo quería estar desde las
16 (o antes),, pero Jose y David me dijeron... “¿Estás loca? ¡Si no abren
hasta las 20!...” Pero al final me salí con la mía, y menos mal,
sino... no hubiera podido tener la primera fila. Coincidí con tres
muchachas súper simpáticas en la fila, (Judith, gracias por la foto del tracklist y todo lo demás) y espero volver a verlas en
otros conciertos de nuestra Vega... ¡Ojalá!
Poco antes de las 20
abrieron las puertas, y luego de coger el vinilo fuimos raudas a por
esa ansiada primera fila, y sí... ¡Lo conseguimos! Todo estaba a
punto. De pronto, Vega aparece ataviada con unos pantalones negros y
un cuerpo precioso negro, con hombreras pronunciadas y algún que
otro brillo, y nos anuncia la actuación de una gran amiga y
compañera... “Laura Gómez”. Aunque salió visiblemente nerviosa, nos deleitó con 4 canciones que
nos dejaron a todos boquiabiertos... Fipados en todos los sentidos.
Voz, sensibilidad, una composición exquisita, fresca y necesaria,
con mensaje que llega directo al corazón y a la conciencia. Amor,
desamor, miedos y libertad. Cantos a la vida, en definitiva. Y ¡Sólo
necesitó de un teclado para conseguir que una sala entera quedará
ensimismada y con ganas de más! Laura, eres muy muy grande. Espero que tengas una carrera formidable por delante. Como ya te dije... necesito tus canciones. Me dejaste obnubilada. Por favor... seguidla (@lauragomezmusic, en Istagram) Vais a alucinar.
Al de poco, seguida de la
banda, apareció la primera sorpresa de la noche. Patricia Benito
(@labenitoescribe) inició el concierto con unas palabras muy
sentidas sobre el amor propio que perfectamente describía a la mujer
que íbamos a ver a continuación. Con un espectacular vestido de
estilo militar, azul marino y con hombreras y detalles dorados
irrumpe poderosa. Toda una Reina Pez. La magia que se había ido
creando con las canciones de Laura estalló con los primeros acordes
de “Febrero”, una de las indispensables en el tracklist de todo
concierto. El público entregado empezó a cantar a pleno pulmón...
una detrás de otra cada palabra de la canción de amor más preciosa
que se haya escuchado jamás.
Luego de la nostalgia y
la esperanza arrasó la crudeza del perdón extremo de “Haneke”,
donde el aire se volvió más denso y desgarrador. Inmersa en dolor
como en “Después de ti” que volvía a cortarnos la respiración
y a despertar nuestras entrañas, intentando sacar de lo más
profundo aquello que una vez nos derrotó y nos sumió en la más
absoluta de las desolaciones.
El respiro llegó con un
momento “Wolverines” llamado “Treinta y tantos”, una lección
de madurez, de reconocimiento de las debilidades pero con el empuje
suficiente para tirar del carro y conseguir alcanzar la ansiada
realización personal. Un toque vintage, rockerillo, que nos hizo
vibrar, saltar y reir a tope. Con esa energía positiva era fácil
darle paso a la segunda sorpresa de la noche. Mabü era llamada a
filas para cantar con Vega una de las canciones más personales...
“Sombras”. La emoción de ambas era tal, que yo no pude evitar
derramar alguna que otra lagrimilla... Fue tan asombrosa la
combinación de esas dos voces... ¡Momentazo!, ¡Sí señor!.
Como el que vino después... “La conjura de los necios” volvió a
destapar heridas... Pues sí, no podía dejar de sentir que un camión
de emociones me estaba arrollando y, con todo, me hacía sentir
feliz. Aunque con “Cuanta Decepción” me creí romper de nuevo,
especialmente en ese momento en que mostró sus brazos por encima de
la guitarra diciendo “trato de sacar la tinta de tus iniciales en
mi piel”... Así, abierta en canal. Generosa como siempre con
nosotros. Fue intenso, muy intenso. Se palpaba entre el público que
estaba siendo tan increíble. Temazo tras temazo...
Rebajamos pulsaciones con
“Faro de Guía”, y sus “Te quieroooooo” y “Eterna juventud”
antes de disfrutar de la tercera sorpresa que nos tenían guardada.
Guadi bajaba al escenario para cantar una de esas canciones que hacía
tanto no se escuchaba en un concierto y que tan querida es por todos
nosotros “Nueva York”. ¡Qué barbaridad! ¡Fue increíble!
Regresaba el hormigueo en el estómago con esas dos potentes voces
que lloraban un tema bronco, desgarravenas, y tan mítico.
Entonces... Vega decide
que va a dejar la guitarra porque quiere disfrutar todo cuanto pueda
con la siguiente canción. ¿Cual será? Nos preguntábamos todos
impacientes... Pues sí, había llegado el momento... “Héroes
Antagónicos” arrancaba ovaciones en sus primeros acordes y la
dicha parecía invadir a Vega, cuya interpretación nos hizo
estremecer y gozar al mismo tiempo. Vega, verte disfrutar tanto con
esta canción fue tan maravilloso, que nunca podré olvidarlo.
Y desde el éxtasis se
escucha el aullido de “Wolverines” y sus “Está bien”, que
nos carga las pilas para lo que viene después... “Requiem”, sin
duda, otra imprescindible de todo buen concierto por lo contundente
del mensaje, la apuesta por uno mismo, ese “Rotundamente tú” que
nos da esperanza y confianza. El tema del ave fénix. El tema del
riesgo absoluto y del derecho a renacer. Tan grande como la
interpretación de Vega y el ambiente que se crea en la marea que
grita... “Serás... agua, serás... tierra, serás... fuego,
serás... aire...” Qué bonito madre mía, ¡Qué bonito!
Y de pronto, se advierte
en la mirada de Vega una entrañable ilusión en forma de brillo y
sonrisa inusitada, porque se avecina el momento en el que la sorpresa
vendrá por partida doble. Budiño y Andrés Suárez, se lanzan al
escenario para acompañar a nuestra artista en una de las baladas más
increibles que hayamos escuchado jamás... "Santa Cristina"... Galicia se abre paso con
la instrumental de Budiño, una letra majestuosa, una Vega
entusiasmada y la voz desgarrada de Andrés. ¡Vamos de momentazo en
momentazo, señores!
De pronto me doy
cuenta... “ha cantado muchas canciones, tiene que estar a punto de
terminar”... y me pongo triste. No quiero que termine. Pero pronto
llegan tres temas que me meten de nuevo en el concierto y me hacen
olvidar ese temido final... “Puede ser”, “Que no te pese” (la
canción que tantísimas veces me canté, y que siempre espero
escuchar) y “¿Dónde estabas tú?” vuelven a levantarme la
moral. Y así, sin darnos cuenta, llegamos a la última colaboración
del concierto. De pronto, Vega se pone nerviosa, pero en plan bonito,
como una niña que acaba de cumplir un sueño. Así era, en apenas
unos segundos una de sus cantantes predilectas estaba a punto de
cantar con ella, y hacer que la Joy Eslava se cayera en aplausos...
Eva Amaral era la elegida para interpretar uno de los temas más
brutales de la discografía de nuestra cordobesa: El Alud. El dúo
prometía y cumplió con creces... Yo, solo podía pensar... “Qué
feliz tienes que ser en este momento Vega, como me alegro”...
Entre canción y canción,
Vega mencionó a cada miembro de su banda, Kike Fuentes (guitarras, coros y dirección musical), Laura Gómez (teclados y coros), Arturo Ruiz (bajo) y Andrés Lituin (Batería), y sin darnos cuenta había llegado el principio del fin... ¿Cómo
era posible? Volvió a invadirme una cierta tristeza... no volvería
a verla en por lo menos... ¿Dos años? Demasiado tiempo... pero
entonces empezó a sonar la canción que me cambió la vida... la que
me inspira y siento tan necesaria para mí... “A tientas”. Fuí
una de las muchas protagonistas que habrá tenido esta canción, y la
siento tan dentro que siempre que la canto en los conciertos creo
quedarme afónica... Gracias por no dejarla dentro de un cajón sin
terminar...
Ahora sí. “Sally” ,
que no es el nombre de su perro, (lo siento, me hizo mucha gracia),
anuncia el final. Y de pronto, todos abandonan el escenario. ¿Saldrá
de nuevo? “Tiene que salir”. Todos la llamamos “¡Vega!, ¡Vega!”...
Pasa el tiempo, se hace eterno... “Quizás no salga más” “No
puede ser, no ha cantado “La Reina Pez”... De pronto, Kike sale de nuevo y todos gritamos al verla, imponente, vestida de rojo y
con la guitarra en mano, junto a Quique, cantó “La Habitación”
el primer tema que compuso en su vida. Y entre lágrimas nos va
derritiendo el corazón, al hacernos cómplice de sus emociones.
Quiero abrazarla, pensé... Pero más aún quise hacerlo, cuando
comenzó a cantar su himno... “La Reina Pez”, donde la entrega
llegó a su máximo espléndor y todos juntos creamos algo único e
irrepetible. Algo simplemente perfecto. Remamos juntos en favor de la
lucha, en favor de lo que significa esta canción. Un cierre
impresionante, que me dejó tan tocada y con tantas lágrimas en los
ojos que incluso veía borroso. Cuando todos salieron a saludar fui
consciente, pero quise mirarla a ella, que sonreía resplandeciente,
agradecida y emocionada. Todo había valido la pena... el viaje de 8
horas en autobús, las 3 horas de cola... TODO.
La Reina Pez se despidió
por todo lo alto, y yo... no podía ser más feliz.
Gracias al equipo de sonido, de luz, de vídeo, de merchandising... a todos aquellos que habéis trabajado duro para que todo fuera posible. El resultado fue IMPECABLE. Y, a tí, Ángela Mígel. Me hizo mucha ilusión intercambiar unas palabras contigo.
Todas las fotografías son realizadas por mí a excepción de la que se corresponde con Patricia Benito que la obtuve del Instagram de Vega.
Aquí tenéis los enlaces con mis impresiones sobre los discos de Vega.
Aquí tenéis los enlaces con mis impresiones sobre los discos de Vega.
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